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Temos um só planeta

¡Tenemos un planeta! – La importancia de los recursos naturales en nuestra vida diaria

Planeta tierra, nuestro hermoso y único hogar. Aquí no hay adentro ni afuera, nuestro planeta es uno.

A menudo, en la presión de la vida cotidiana, en nuestros desafíos y responsabilidades diarias, perdemos la fina sensibilidad de contemplar y observar en silencio lo que nos rodea y todo lo que nos llega.

Decorado con una cinta, de diferentes colores y formas, puede ser grande o pequeño, como los objetos que consumimos. ¿Pero de qué están hechos?

Si no hay ni adentro ni afuera, si todos nosotros y todo lo que nos rodea habitamos en una sola casa, entonces lo que constituye los objetos del consumismo proviene de algo que es parte de la naturaleza.

Por eso, los productos que nos ayudan en nuestro día a día –desde teléfonos móviles hasta automóviles– están elaborados con materias primas extraídas de la naturaleza. Quizás aún no lo hayas pensado, pero los objetos industrializados son 100% compuesto por recursos naturales.

Además de lo que consumimos a lo largo del recorrido de nuestra vida, interactuamos con varios procesos naturales, que nos aportan grandes beneficios, y sin ellos la vida no sería posible. ¡Me refiero a todo, desde el aire que respiramos hasta el agua que bebemos!

Las frases anteriores pueden ser simplistas, pero es importante observar con un poco más de detalle la naturaleza de lo que consumimos y los procesos naturales con los que interactuamos.

De forma simplificada, podemos separar los recursos naturales en dos grupos: renovable y los no renovable.

Los recursos renovables son elementos de la naturaleza que se renuevan de forma natural, por ejemplo, todo lo que tiene origen vegetal o el agua que está en un ciclo que se recicla constantemente. A pesar del concepto de energía renovable, muchos recursos naturales de esta categoría pueden verse afectados negativamente dependiendo de la forma en que se utilicen. El agua y el aire son ejemplos de esta situación. ¿Cómo es la calidad del agua de los ríos y del aire en la ciudad en la que vives?

Cada mes, para muchas personas que vivimos en ciudades, llegan a nuestros hogares las facturas de agua y luz. ¡No es verdad! Si pagamos por el agua que sale del grifo de nuestras casas, que tiene que cumplir unos parámetros de calidad garantizados para mantener nuestra salud, tener una fuente de agua contaminada implica que hay que gastar más recursos económicos en tratar esta agua.

A lo largo del año nuestra factura eléctrica puede variar según la bandera bajo la que esté clasificada, que puede ser verde, amarilla y roja, indicando si la energía costará más o menos en función de las condiciones de generación eléctrica. Cuanto mayor sea la generación de energía de las centrales hidroeléctricas, más barata será nuestra factura eléctrica. Pero queda una pregunta: si la energía de las centrales hidroeléctricas es más barata, ¿por qué no funcionan con mayor intensidad, asegurando el suministro a un precio más asequible para todos?

Y la respuesta a esta pregunta es: el funcionamiento de una central hidroeléctrica depende del nivel de agua de los embalses que la sustentan.

Gran parte del agua de lluvia que cae en las regiones centro-oeste y sureste de Brasil se origina en la selva amazónica. Los impactos de los incendios y la deforestación resultan en una disminución de la cantidad de lluvia y consecuentemente de los reservorios de agua (Foto: Henry Dixon)

Y luego podemos hacer otra pregunta. ¿Dónde está la lluvia que hubo aquí?

Como mencionamos anteriormente, aquí en nuestra casa no hay adentro ni afuera, todo está interactuando, por lo que si afectamos los ciclos naturales podemos causar diferentes impactos. Gran parte del agua de lluvia que cae en las regiones centro-oeste y sureste de Brasil se origina en la selva amazónica. Así, si impactamos negativamente el bosque, con incendios y deforestación, reducimos la cantidad de lluvia y en consecuencia se afectan los reservorios de agua que sustentan las hidroeléctricas. Y las actitudes que tenemos a nivel local también pueden reducir la infiltración del agua de lluvia que alimenta manantiales, arroyos y ríos. Así, existe una relación de causa y efecto que actúan directamente sobre la oferta de recursos naturales que permiten el mantenimiento de la vida.

También podemos hablar de las consecuencias de la contaminación del aire en la salud pública. Datos del Ministerio de Salud de Brasil, para el período 2018, citan el costo de R$ 1,3 mil millones para la atención de enfermedades respiratorias que pueden estar asociadas con la calidad del aire. Sabemos que las partículas que salen de los gases de escape de los vehículos, las chimeneas industriales y los incendios forestales afectan la calidad del aire. Los gastos de salud pública para el tratamiento de enfermedades respiratorias no están incluidos en los cálculos de las empresas que generan este impacto negativo en la atmósfera. Pero el gasto existe y, en este caso, es cubierto por el impuesto que pagamos los brasileños.

El impacto en la atmósfera es actualmente uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la sociedad humana moderna. El fenómeno llamado cambio climático, causado principalmente por las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de las actividades humanas, ha puesto en riesgo el clima global y actualmente son necesarias varias consecuencias con costos muy elevados para minimizar las consecuencias del cambio climático. Según el FMI, a nivel mundial se estima que, entre 1996 y 2015, las pérdidas económicas causadas por fenómenos climáticos extremos ascendieron a 3,08 billones de dólares.

Ahora hablando de recursos naturales no renovables, por concepto tenemos que son recursos que no pueden regenerarse ni reutilizarse en una escala que pueda sostener sus tasas de consumo. Para ejemplificarlos, podemos mencionar como recursos en este grupo los minerales y derivados del petróleo. La formación de estos sigue condiciones climáticas y temporales (eras geológicas) que no se corresponden con la velocidad de consumo que estamos ejerciendo.

En el caso de los recursos naturales no renovables, la perspectiva de escasez y/o inviabilidad de su explotación económica es clara, dada la condición de que la tasa de consumo sea mayor que la capacidad de renovación.

Otro punto importante a destacar es que el uso de estos recursos no renovables, específicamente aquellos que son fuentes de generación de energía (petróleo y carbón mineral), son los protagonistas en el tema del cambio climático. Por lo tanto, la falta de recursos sustitutos para estos recursos no renovables plantea amenazas a la longevidad de muchos productos, al tiempo que abre una ventana de oportunidades para la innovación.

Es evidente que la acción humana reduce la oportunidad de abastecimiento de recursos naturales. Y, en consecuencia, reducimos la oportunidad de mantener la vida tal como la conocemos. Esta estrecha relación entre la acción humana y la disponibilidad de los recursos naturales nos brinda la oportunidad de reflexionar para comprender que los aspectos económicos han sido demasiado relativizados, si tenemos como referencia que lo principal es el mantenimiento de la vida. Por tanto, es posible discernir que la economía es un subsistema del desarrollo de nuestra sociedad y que, a su vez, sociedad y economía son subsistemas de la dimensión ambiental.

Pero ¿cómo saber cuál es la mejor manera de producir con el menor impacto ambiental?

En Fundação Espaço Eco, para comprender los impactos ambientales que ocurren a lo largo de una cadena productiva, utilizamos Evaluaciones de Ciclo de Vida, a través de estudios llamados huellas ambientales (carbono, agua u otros), que comparan diferentes categorías de indicadores ambientales para productos y procesos que realizan la misma función pero se producen de diferentes maneras. Mediante este tipo de estudios podemos saber qué producto emite más o menos Gases de Efecto Invernadero (GEI), por ejemplo.

Cuando la dimensión ambiental comienza a tomar protagonismo en la toma de decisiones económicas, se observa que ha sido interiorizada en la gobernanza de los países y de las empresas. Y, en consecuencia, los aspectos ambientales empiezan a medirse en un orden de magnitud monetaria (aunque la vida tiene un valor inestimable), pero trae la idea y la importancia de que consecuencias antes desatendidas, como la contaminación atmosférica, se hacen tangibles.

Específicamente para Brasil, un país con la mayor biodiversidad global, con una agricultura próspera y una abundancia de recursos naturales diversos, tiene la oportunidad de transformar su economía generando una nueva ola de industrialización en el contexto de un nuevo paradigma. Para que se hagan una idea, Brasil es el país con mejor costo de oportunidad para invertir en ampliar la oferta de energías renovables. En el ámbito de la minería, el país es uno de los pocos en el mundo que puede producir acero utilizando carbón vegetal. Además de los biocombustibles etanol y biodiesel, que se espera ganen cada vez más espacio en el consumo brasileño.

Todas estas transformaciones a nivel de producción industrial tienen todo para ser un camino prometedor para la generación de empleos e ingresos. Al incluir la dimensión ambiental en la toma de decisiones se puede contemplar un futuro próspero en todas las dimensiones.

Invertir en protagonismo medioambiental ya no es una cuestión de elección. ¿Has despertado a esta realidad?