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Viaje sostenible a través de la Gestión del Impacto

Por Larissa Landete y Eduardo Toshio

El profesor y estadístico William Edwards Deming dijo: “No se gestiona lo que no se mide, no se mide lo que no se define, no se define lo que no se comprende, y no hay éxito en lo que no se gestiona”. Llevando esta reflexión al contexto de los proyectos de impacto social, no basta con la intención de generar impacto con el proyecto, es necesario medir y conocer si se logró o no el impacto planificado. Y de eso nos gustaría hablar en este artículo y nombraremos el tema como: Gestión de Impacto.

Toda organización lleva a cabo su gestión financiera, ya sea controlando periódicamente los ingresos y gastos, o creando y monitoreando escenarios futuros. Todo esto es parte de una cultura de verificar la salud financiera de la empresa o iniciativa. Sin embargo, observamos que, a la hora de analizar el impacto generado en las personas y/o el medio ambiente, éste aún no está generalizado en la gran mayoría de las organizaciones.

Para hablar de Gestión de Impacto, imaginemos círculos superpuestos, como se muestra en la figura 01.

En la etapa de Planificación se definen los resultados e impactos deseados a través del proyecto social en cuestión, así como indicadores y metas que ayudan a orientar, en la práctica, lo que se busca alcanzar. Existen herramientas que apoyan esta construcción. Una muy utilizada es la Teoría del Cambio, que sostiene que, una vez definido lo que se espera hacer y generar un cambio positivo, es necesario avanzar con la investigación propiamente dicha, etapa llamada Monitoreo.

Para monitorearlo, necesitamos recolectar datos de indicadores de los beneficiarios del proyecto social, idealmente antes y después de la intervención del proyecto. Existen metodologías específicas para la etapa de recolección de datos, las cuales no se pueden explicar en profundidad aquí, pero para aquellos interesados, recomendamos este material público del IDIS.


Resulta que, con sólo mirar los números, muchas otras cuestiones importantes que rodean al proyecto pueden pasar desapercibidas. Aquí es donde entra la necesidad de la Evaluación, paso cuyo propósito es interpretar los resultados de los indicadores y generar insights para entender si el proyecto está brindando el progreso social esperado (o no). Asimismo, comprenda los desafíos y limitaciones encontradas para, de ser necesario, realizar ajustes en su ruta.

Planificar, Monitorear y Evaluar son partes fundamentales para la existencia de la Gestión de Impacto, la cual puede entenderse como una práctica más madura en un camino de impacto social, porque, al llegar a tal lugar, estamos hablando de la internalización de una cultura de impacto. . Aquí la organización puede utilizar los resultados en la toma de decisiones, la comunicación con sus diferentes stakeholders y en la definición de qué temas y proyectos sociales generan mayor impacto y cercanía a externalidades y negocios.

La Gestión del Impacto requiere planificación, seguimiento y evaluación como elementos esenciales. Es una práctica madura en el camino del impacto social, que representa la internalización de una cultura de impacto.

Es importante señalar que este viaje no es un proceso lineal, que comienza desde la Planificación y va directamente a la Gestión del Impacto. Por el contrario, es un proceso de retroalimentación, en el que los descubrimientos en una etapa sirven para hacer revisiones en etapas anteriores y, así, mantener un ciclo de aprendizaje.

Por lo tanto, al comprender y evaluar el impacto de los proyectos sociales, es posible recopilar información estratégica para orientar y apoyar el viaje sustentable de las organizaciones que gestionan dichos proyectos, permitiendo, a partir de los datos, reflexionar sobre cómo están generando valor para la sociedad.

Si te interesa más el tema, en este otro artículo de Eco+, sobre un caso de Evaluación de Impacto Social.