por Larissa Landete
Desarrollar proyectos sociales, ya sean de compromiso social o de valor compartido, es una actividad diaria en las organizaciones, lo que resulta de gran importancia para sustentar sus licencias de operación y contribuir a la mejora de los indicadores sociales de la sociedad. Pero ¿cómo pueden las organizaciones entender el impacto de sus proyectos sociales? ¿Cómo entender el impacto que se produce en la vida de las personas y dónde se pueden mejorar los proyectos para que tengan un mayor impacto? La respuesta es hacer un examen.
Este examen se llama Evaluación de Impacto Social y el proyecto social en cuestión es el paciente. Al igual que un chequeo médico, se realiza un mapeo clínico para llegar a un diagnóstico final. Es un recorrido que busca comprender los impactos generados en el público objetivo del proyecto, a partir de los resultados alcanzados.
Según Michael Patton, la evaluación es la recopilación sistemática de información sobre las actividades, características y resultados de los proyectos para emitir juicios sobre ellos, mejorar o desarrollar aún más su eficacia, informar decisiones sobre programación futura y/o aumentar su comprensión. Con esto podemos decir que no basta solo con tener la intención de generar impacto, es necesario evaluar si se logró o no el impacto planificado. Lo mismo ocurre con la salud, cuando buscamos un estilo de vida más saludable, ajustamos nuestros hábitos y rutinas y luego realizamos una valoración con exámenes clínicos para conocer nuestro progreso. Lo mismo ocurre con el impacto social de un proyecto: lo evaluamos para comprender esos impactos.
Para ayudar en la evaluación de impacto, existen criterios desarrollados por la OCDE, que sirven como referencia en los procesos de evaluación. Estos criterios son: relevancia, coherencia, eficacia, eficiencia, impacto y sostenibilidad. Ayudan a comprobar el valor que obtuvo la intervención, su calidad y los efectos positivos o negativos.
Para realizar las evaluaciones es necesario contar con un equipo cualificado, ya sea de la propia organización o de una consultoría externa. La implementación interna tiene la ventaja de un amplio conocimiento sobre el proyecto y la organización, así como una mayor comprensión del uso de los resultados. La implementación externa trae ventajas como confianza técnica, confidencialidad de los datos del proyecto, objetividad e imparcialidad en la interpretación de los resultados. No existe un plan único para llevar a cabo una evaluación de impacto. Es necesario comprender la dinámica del proyecto social, las limitaciones y objetivos para elaborar un plan de trabajo adecuado, con el fin de analizar y elegir la mejor metodología de evaluación.
Muchas empresas tienen programas de participación social e invierten en iniciativas que respaldan las necesidades relacionadas con sus operaciones o para audiencias estratégicas que están alineadas con sus objetivos corporativos. También cabe señalar que guiar la inversión hacia la evaluación no es un proceso común. En general, el posicionamiento de las empresas respecto a proyectos centrados en la S -de ESG- utiliza como indicador el número de personas beneficiadas por el proyecto, perdiendo la oportunidad de tener una comprensión más amplia de lo que ha cambiado en la vida de estas personas. . personas que interactuaron con la iniciativa social. Esta brecha muestra una oportunidad para que la inversión social cuente con una mayor orientación, basada en una metodología de evaluación del impacto social.
Como ejemplo, podemos citar dos proyectos de evaluación de impacto social donde la Fundación Eco+ tuvo como objetivo comprender la percepción del público objetivo sobre los cambios ocurridos a través de la participación en los proyectos Nossa Mulheres y Ladrirek, patrocinados por el Aviso Conectar para Transformar de BASF en 2023.
Para nuestra evaluación de impacto social, comenzamos con la planificación, donde desarrollamos la Teoría del Cambio, para comprender la lógica de impacto del proyecto, definimos los indicadores de impacto y creamos cuestionarios para acercamientos al público objetivo del proyecto. Luego, continuamos con la etapa de recolección de datos, dividida en dos fases, primero al inicio del proyecto y luego al final del proyecto. Con los datos recolectados y las entrevistas realizadas, comenzamos a sistematizar los resultados y analizar la evaluación de impacto social, donde nos guiamos por los cambios propuestos en los indicadores estipulados y la información recolectada en conversaciones con el público objetivo del proyecto.
El proceso de evaluación es importante para apoyar la toma de decisiones de los gestores de proyectos sociales, ya sea de continuidad, corrección de rumbo o cambio de proyectos. Los puntos críticos y de éxito en una evaluación son igualmente importantes para fundamentar estas decisiones. Además, al evaluar proyectos es posible comprender su valor para la sociedad, yendo más allá del mérito de una buena acción.
Compartir