¿Cuál es el valor monetario de una forma, color, especie, cultura o servicio ecosistémico? Es muy probable que esta pregunta no tenga una respuesta correcta, pues no existe ningún recurso monetario en el mundo que pueda estimar cuánto vale una vida o un proceso evolutivo que se formó hace millones de años.
Entiendo que es fundamental que entendamos que no hay condición para que exista vida humana sin calidad ambiental. Este pasa a través de agua y suelo no contaminados; la biodiversidad de todas las formas de vida, para permitir los ciclos de nutrientes y las interacciones esenciales para mantener la vida; la interdependencia entre organismos que dan forma y regulan la salud de los ecosistemas; sin mencionar la historia cultural humana que fue concebida por el contacto íntimo con la naturaleza, y es la base de cómo se fue moldeando nuestra interacción social a lo largo de nuestra historia como especie.
Por otro lado, es notorio cómo el proceso histórico de desarrollo económico de nuestra sociedad, especialmente en los últimos tres siglos, introdujo una forma de relación que produjo una estela de degradación ambiental sin precedentes. Todo documentado en los libros de historia. Desafortunadamente, en el pasado no sabíamos cómo evolucionar sin degradarnos.
Actualmente deberíamos ampliar el concepto de producción de riqueza, que muchas veces se utiliza como una cantidad de dinero, y aquí podemos mencionar el Producto Interno Bruto – PIB, como ejemplo, a la riqueza material, como agua potable, ecosistemas regenerados, paisajes, culturas y conocimientos preservados y una perspectiva de una vida futura próspera dentro de este concepto mayor de riqueza.
En este sentido, y no sólo ahora, el término –economía regenerativa– se ha convertido en un concepto estudiado por científicos de todo el mundo para proponer caminos que nos puedan conducir a este escenario más prometedor. Pero ¿qué es la economía regenerativa?
La historia de la economía regenerativa, según los expertos pioneros en el tema, que ya mencionaron este concepto en 1945, comienza con una idea central: “Los principios que subyacen a la perpetuación de la relación entre los organismos vivos, los recursos minerales, los procesos productivos considerando sus productos e insumos, deben ser la base para construir una economía regenerativa que debe incentivar la búsqueda de preservar la salud y el bienestar de los recursos humanos en un modelo económico sostenible”.
Las economías regenerativas son aquellas que tienen como modelo que la generación de riqueza debe entregar sostenibilidad ambiental, social, económica y capacidad cultural a través de la creación de recursos, diversidad, resiliencia e integridad de redes interconectadas en todos los niveles de la sociedad.
La mayoría de las formas de vida son resilientes porque están marcadas por ciclos de autonutrición, por lo que la economía regenerativa debería apoyar las redes de interacciones humanas en las que se centra su sostenibilidad. Por tanto, la regeneración determina también el ciclo de la evolución misma y el significado del progreso. Las sociedades regenerativas deben aceptar el ciclo continuo de volverse esenciales para sostener la vida en el mundo natural.
Según expertos en el tema, la tarea que deben cumplir empresas, gobiernos, instituciones financieras y formuladores de políticas es seguir los conceptos que establecen estas redes saludables.
Pero, ¿se están posicionando las empresas en general hacia la economía regenerativa? Entiendo que el movimiento empresarial en esta dirección es todavía tímido. Tomo el tema del cambio climático como ejemplo. La más común actualmente es la búsqueda de lograr cero carbono neto (neutralidad de carbono – emisiones netas de carbono cero).
Debemos tener en cuenta que alcanzar emisiones netas cero no significa eliminar carbono de la atmósfera, sino más bien estancamiento, sin regeneración. Para tener una posición consistente con las prácticas regenerativas, la atención debe centrarse en la agenda de carbono neto positivo (compensar/eliminar más carbono de la atmósfera del que se emitió).
En este sentido, tanto la agenda climática como la conservación/regeneración/restauración de los ecosistemas deben ir de la mano, porque si podemos gestionar los procesos productivos para reducir las emisiones, la eliminación de carbono de la atmósfera será llevada a cabo por los medios marinos, ecosistemas de bosques y humedales.
Las empresas que buscan centrarse en resultados más allá de los financieros deben utilizar indicadores ESG que guíen el éxito empresarial. El viaje hacia una economía regenerativa es necesario y combinar las cuestiones climáticas con la biodiversidad puede ser el comienzo de esta discusión. ¿Está su empresa preparada para pensar en algo más allá de mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero?
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